Venezuela tardó casi 10 años planteando una propuesta de reforma que permitiera la entrada de inversionistas privados al negocio de las telecomunicaciones mediante 14 proyectos de ley; sin embargo, ninguno de ellos llegó al Congreso para su primera discusión. Finalmente, en mayo de 2000, se determinó que a partir del 28 de noviembre los venezolanos tendrían una Ley Orgánica de Telecomunicaciones.
La entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones (publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 36.970, de fecha 12 de junio del año 2000), se encuentra con el siguiente panorama: de cada 100 hogares venezolanos sólo 11 tienen acceso a la telefonía básica y de cada 100 habitantes cuatro tienen acceso a Internet. Venezuela es el país líder con respecto a la penetración en telefonía móvil con un índice de casi 16 por ciento (la telefonía básica está 2,6 por ciento por debajo). 550 mil suscriptores tienen televisión por suscripción. La facturación estimada para el año 2000 es de 200 millones de dólares. La penetración de este servicio basada en la cantidad de hogares nacionales supera 12 por ciento, y con respecto a la cantidad de hogares activados está entre 45 y 50 por ciento (Revista Dinero, agosto 2000: p. 12, 26). Ya se cuentan 26 mil venezolanos, según VENAMCHAM, como la mano de obra capacitada generada por el sector. Una población de 23,8 millones de habitantes es usuaria de 3,5 millones de líneas de telefonía básica. Significa que el índice de penetración del servicio estaría en el orden de 14,7 por ciento (REVISTA PRODUCTO, mayo 2000: p.61). Pero a esta cifra el ente regulador aplica una corrección asociada a 100 mil líneas perdidas, aproximadamente. En tal sentido, el índice de penetración queda reducido a 13,4 por ciento (ver cuadro n° 2).
En contraste, la densidad del servicio frente a la población mundial escala a 17,5 por ciento, en un universo de habitantes que incluye desde países industrializados hasta las naciones más desprotegidas. Es decir, Venezuela está 4,1 puntos porcentuales por debajo del promedio mundial en penetración de telefonía básica. Naciones industrializadas observan un indicador mínimo de 30 puntos. Para situar al país en la franja mundial deberán instalarse al menos 619 mil líneas nuevas. Y si se ambiciona alcanzar el índice fijado por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, CONATEL, en el Plan Nacional del sector, que es 20 por ciento, el esfuerzo tendrá que apuntar a poco más de 1,3 millones. Este es el bocado que atrae a las nuevas operadoras de telefonía básica, que podrán entrar a pelearse el mercado a partir del 27 de noviembre de 2000, cuando se da inicio a la finalización del monopolio que ostentaba CANTV en tal segmento.
Caso de uso
Sistema de de votación a través de la telemática, este sistema fue diseñado, haciendo hincapié en la verificación de los resultados de la votación, usando de mecanismos criptográficos que faciliten esta verificación además del cumplimiento de las características propias de cualquier sistema de votación.
En este diseño, usa un sistema en el que el votante debe emplear una tarjeta inteligente en una cabina de votación para emitir su voto, desplazándose a un Centro Electoral, en lugar de hacerlo desde casa por Internet. De esta forma, se ha pretendido satisfacer de forma más adecuada los requisitos de seguridad necesarios, así como minimizar la problemática de la compra de votos, la coacción en el momento de la emisión del voto y la posibilidad de relacionar el voto con la ubicación física del votante. También se ha tenido en consideración el aporte negativo a la conocida como brecha digital que se produciría al facilitar el acceso al proceso electoral a las personas que cuenten con los recursos y conocimientos necesarios en detrimento de aquellas personas que no posean ese nivel económico, social o cultural.
Este sistema tiene como escenario un conjunto de sistemas automáticos (agentes telemáticos) como lo son:
Cabinas de Autenticación o Puntos de Autenticación a los que acude el votante a identificarse.
Cabinas de Votación o Puntos de Votación, donde el votante emite el voto.
Un sistema Administrador de autenticación que identifica y autentica al votante.
Un Sistema de Intervención de autenticación por cada una de las distintas candidaturas que se determine deban participar supervisando la fase de votación.
Una Urna que va recibiendo los votos emitidos. El contenido de la urna no es conocido hasta que no termina la jornada electoral.
Un Contador que contabilizará los votos una vez finalizado el período de recepción de los mismos y publicará los resultados.
Puntos de Verificación a los que puede acudir el votante a verificar el tratamiento dado a su voto.
Problemática con los sistemas de votación telemática:
La primera dificultad que plantea el desarrollo de estos sistemas es la de conseguir la adecuada identificación de los votantes en el momento en el que emiten sus votos, es decir, que no se produzca suplantación de personalidad, puesto que aquí no existe ninguna persona que acredite la identidad de los votantes, tal y como ocurre en la votación convencional con los miembros de la Mesa Electoral. La manera de resolver esta situación consiste, en todos los casos, en la existencia de un procedimiento previo off-line donde se haya distribuido a los votantes unas credenciales específicas de votación, de forma que el hecho de poseer una determinada credencial identifica a su poseedor. Estas credenciales se presentan de muy diversas formas abarcando desde la más simple como es el caso de una contraseña secreta a las más sofisticada como pudiera ser un certificado.
El segundo reto que deben resolver los sistemas de votación telemática es el de garantizar el anonimato de los votantes, de manera que no pueda asociarse la credencial a partir de la cual el votante emitió su voto (y por tanto su identidad) con el voto emitido. La solución más comúnmente empleada para resolver este problema consiste en dividir el proceso de emisión del voto en dos fases: autenticación del votante y el propio proceso de votación, de modo que sean entidades distintas y no relacionadas entre sí las que se encarguen de controlar estos dos procesos. Habitualmente, la primera entidad se encarga de verificar la credencial del votante y concederle permiso para votar, mientras que la segunda reconoce este permiso y acepta el voto del votante. Deben tenerse a su vez las oportunas precauciones para evitar que la confabulación entre ambas entidades pueda permitir establecer la relación entre voto y votante.
Además, cualquier sistema de votación debe impedir que un votante pueda votar más de una vez. La solución a este problema se consigue a partir de la entidad encargada de verificar la credencial del votante, con el simple hecho de marcar la credencial como ya utilizada y comprobar esta condición antes de conceder permiso para votar.
La entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones (publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 36.970, de fecha 12 de junio del año 2000), se encuentra con el siguiente panorama: de cada 100 hogares venezolanos sólo 11 tienen acceso a la telefonía básica y de cada 100 habitantes cuatro tienen acceso a Internet. Venezuela es el país líder con respecto a la penetración en telefonía móvil con un índice de casi 16 por ciento (la telefonía básica está 2,6 por ciento por debajo). 550 mil suscriptores tienen televisión por suscripción. La facturación estimada para el año 2000 es de 200 millones de dólares. La penetración de este servicio basada en la cantidad de hogares nacionales supera 12 por ciento, y con respecto a la cantidad de hogares activados está entre 45 y 50 por ciento (Revista Dinero, agosto 2000: p. 12, 26). Ya se cuentan 26 mil venezolanos, según VENAMCHAM, como la mano de obra capacitada generada por el sector. Una población de 23,8 millones de habitantes es usuaria de 3,5 millones de líneas de telefonía básica. Significa que el índice de penetración del servicio estaría en el orden de 14,7 por ciento (REVISTA PRODUCTO, mayo 2000: p.61). Pero a esta cifra el ente regulador aplica una corrección asociada a 100 mil líneas perdidas, aproximadamente. En tal sentido, el índice de penetración queda reducido a 13,4 por ciento (ver cuadro n° 2).
En contraste, la densidad del servicio frente a la población mundial escala a 17,5 por ciento, en un universo de habitantes que incluye desde países industrializados hasta las naciones más desprotegidas. Es decir, Venezuela está 4,1 puntos porcentuales por debajo del promedio mundial en penetración de telefonía básica. Naciones industrializadas observan un indicador mínimo de 30 puntos. Para situar al país en la franja mundial deberán instalarse al menos 619 mil líneas nuevas. Y si se ambiciona alcanzar el índice fijado por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, CONATEL, en el Plan Nacional del sector, que es 20 por ciento, el esfuerzo tendrá que apuntar a poco más de 1,3 millones. Este es el bocado que atrae a las nuevas operadoras de telefonía básica, que podrán entrar a pelearse el mercado a partir del 27 de noviembre de 2000, cuando se da inicio a la finalización del monopolio que ostentaba CANTV en tal segmento.
Caso de uso
Sistema de de votación a través de la telemática, este sistema fue diseñado, haciendo hincapié en la verificación de los resultados de la votación, usando de mecanismos criptográficos que faciliten esta verificación además del cumplimiento de las características propias de cualquier sistema de votación.
En este diseño, usa un sistema en el que el votante debe emplear una tarjeta inteligente en una cabina de votación para emitir su voto, desplazándose a un Centro Electoral, en lugar de hacerlo desde casa por Internet. De esta forma, se ha pretendido satisfacer de forma más adecuada los requisitos de seguridad necesarios, así como minimizar la problemática de la compra de votos, la coacción en el momento de la emisión del voto y la posibilidad de relacionar el voto con la ubicación física del votante. También se ha tenido en consideración el aporte negativo a la conocida como brecha digital que se produciría al facilitar el acceso al proceso electoral a las personas que cuenten con los recursos y conocimientos necesarios en detrimento de aquellas personas que no posean ese nivel económico, social o cultural.
Este sistema tiene como escenario un conjunto de sistemas automáticos (agentes telemáticos) como lo son:
Cabinas de Autenticación o Puntos de Autenticación a los que acude el votante a identificarse.
Cabinas de Votación o Puntos de Votación, donde el votante emite el voto.
Un sistema Administrador de autenticación que identifica y autentica al votante.
Un Sistema de Intervención de autenticación por cada una de las distintas candidaturas que se determine deban participar supervisando la fase de votación.
Una Urna que va recibiendo los votos emitidos. El contenido de la urna no es conocido hasta que no termina la jornada electoral.
Un Contador que contabilizará los votos una vez finalizado el período de recepción de los mismos y publicará los resultados.
Puntos de Verificación a los que puede acudir el votante a verificar el tratamiento dado a su voto.
Problemática con los sistemas de votación telemática:
La primera dificultad que plantea el desarrollo de estos sistemas es la de conseguir la adecuada identificación de los votantes en el momento en el que emiten sus votos, es decir, que no se produzca suplantación de personalidad, puesto que aquí no existe ninguna persona que acredite la identidad de los votantes, tal y como ocurre en la votación convencional con los miembros de la Mesa Electoral. La manera de resolver esta situación consiste, en todos los casos, en la existencia de un procedimiento previo off-line donde se haya distribuido a los votantes unas credenciales específicas de votación, de forma que el hecho de poseer una determinada credencial identifica a su poseedor. Estas credenciales se presentan de muy diversas formas abarcando desde la más simple como es el caso de una contraseña secreta a las más sofisticada como pudiera ser un certificado.
El segundo reto que deben resolver los sistemas de votación telemática es el de garantizar el anonimato de los votantes, de manera que no pueda asociarse la credencial a partir de la cual el votante emitió su voto (y por tanto su identidad) con el voto emitido. La solución más comúnmente empleada para resolver este problema consiste en dividir el proceso de emisión del voto en dos fases: autenticación del votante y el propio proceso de votación, de modo que sean entidades distintas y no relacionadas entre sí las que se encarguen de controlar estos dos procesos. Habitualmente, la primera entidad se encarga de verificar la credencial del votante y concederle permiso para votar, mientras que la segunda reconoce este permiso y acepta el voto del votante. Deben tenerse a su vez las oportunas precauciones para evitar que la confabulación entre ambas entidades pueda permitir establecer la relación entre voto y votante.
Además, cualquier sistema de votación debe impedir que un votante pueda votar más de una vez. La solución a este problema se consigue a partir de la entidad encargada de verificar la credencial del votante, con el simple hecho de marcar la credencial como ya utilizada y comprobar esta condición antes de conceder permiso para votar.